María Luisa Elío

Lugar de nacimiento Barcelona, España, 1926

Lugar de fallecimiento Ciudad de México, México, 2009

Dirección

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Guión

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Escenografía

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Fotografía

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Diseño de producción

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Producción

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Composición

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Cartelista

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Mini Biografía

Biografía Era la menor de las tres hijas de Luis Elío Torres, abogado de familia navarra nacido en Tarragona, y Carmen Bernal López de Lago, originaria de Mazarrón (Murcia). Antes de la Segunda República Española y durante parte de ella, su padre fue juez municipal y presidente de los Jurados Mixtos de Trabajo en Pamplona. El 19 de julio de 1936 lo detuvieron en su casa en presencia de su mujer y sus hijas, pero pudo huir de la comisaría y vivir oculto en Pamplona, con ayuda de familias adeptas al carlismo, durante los tres años de la Guerra Civil Española. Luis Elío refiere este encierro en Soledad de ausencia. Entre las sombras de la muerte (México, UNAM, 1980; Pamplona, Pamiela, 2001). A fines de 1939 lo llevaron a la frontera, donde un mugalari lo ayudó a cruzar a Francia, porque él apenas podía caminar. Allí estuvo un tiempo en el campo de concentración de Gurs hasta reunirse en París con su familia. Tras la aprehensión del padre, las cuatro mujeres trataron de escapar a Valencia -donde doña Carmen tenía familia- dando un rodeo por Francia, pero fueron detenidas en Elizondo y allí permanecieron tres meses. Entonces consiguieron cruzar la frontera y llegar a Valencia. La retirada del gobierno republicano de esta ciudad las obligó a huir a Barcelona, y al sufrir allí ese gobierno una nueva derrota, cruzaron la frontera por el paso de Le Perthus en dirección a París. Reunida por fin la familia, el 16 de febrero de 1940 zarparon de El Havre rumbo a México a bordo del De Grasse, tras una larguísima espera, en medio de un frío extremo, para la revisión de documentos. Poco después de llegar a México María Luisa Elío empezó a estudiar teatro en la academia del reconocido director japonés Seki Sano, refugiado de la Segunda Guerra Mundial. Versado en las teorías de Stanislavski y Meyerhold, Sano intentó revolucionar el teatro mexicano. Con el tiempo María Luisa Elío entró a formar parte, como actriz, del grupo experimental vanguardista "Poesía en voz alta", que contaba entre sus integrantes o colaboradores a Octavio Paz, Juan José Arreola, Leonora Carrington y Juan Soriano. En los años cincuenta colaboró en varias películas de época y publicó cuentos en medios periodísticos como el suplemento "México en la Cultura" del diario Novedades y la Revista de la Universidad. También hizo lecturas de sus cuentos ("De las señoras", "Del miedo y del recuerdo") en el Ateneo Español de México. Cuenta su biógrafo, Eduardo Mateo Gambarte: Cuando en 1970 María Luisa Elío vuelve por primera vez a Pamplona, de la que había salido en 1936 y en la que seguía viviendo en su memoria, se encontró con una fría estación poblada de sombras, de silencios y de ausencias. Una mujer aferrada a su pasado y a la mano de su hijo de seis años buscando fantasmas del pretérito en el balcón vacío de una casa deshabitada desde su infancia. Solo escucha la voz de toda la nostalgia acumulada durante más de treinta años. La voz de nadie. Nadie la reconoce y ella tampoco reconoce sus recuerdos. "Regresar es irse", concluirá la autora tras ese intento baldío de recuperar su pasado.2? En Tiempo de llorar, según Mateo Gambarte "uno de los libros más hermosos que se conocen acerca del regreso a la ciudad natal", cuenta su viaje y su experiencia, y como colofón de ese viaje escribió después Cuaderno de apuntes en carne viva, que juntos forman una obra preñada de sensibilidad y veracidad. La obra de María Luisa Elío está publicada en México en Tiempo de llorar (1988) y Cuaderno de apuntes en carne viva (1995), ambos en Ediciones El Equilibrista. En 2002 la Editorial Turner los publicó en España reunidos en el volumen Tiempo de llorar y otros relatos. La única película que el exilio español republicano realizó sobre sí mismo es En el balcón vacío, de la cual María Luisa Elío escribió el guion y es fuente de inspiración y coprotagonista. La dirigió su esposo, el cineasta y poeta Jomí García Ascot. Fue una realización amateur: los amigos cooperaron con lo que pudieron, subastaron dos cuadros donados por pintores famosos y ellos mismos fueron los actores. Son los recuerdos de aquella guerra -continúa Mateo Gambarte-. Al contarnos sus vivencias se entiende como una película antibelicista más que contra la guerra española. No hay partidismo ni maniqueísmo. Esas dos cualidades son unas de las grandes virtudes de la obra. Hay dos bandos expuestos por las preguntas y la mirada inocentes de la niña. El no maniqueizar la película le sienta muy bien. Algo que, por supuesto, está en el texto. Porque, en él, María Luisa Elío en ningún momento se enfrenta o se plantea quién tiene la razón o no. Pasa de bandos y banderías a centrarse siempre en la incomprensión horrorizada de la guerra expuesta en el devenir cotidiano, en sus inocentes vivencias de niña. En la década de los cincuenta María Luisa y Jomí participaron activamente en la vida cultural de México. Además de sus compañeros de exilio y generación -en particular Ramón Xirau, Emilio García Riera y José de la Colina-, se relacionaron con Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Juan García Ponce, Salvador Elizondo y, dos decenios más tarde, con la pintora Susana Noriega, entre otros. En Cuba convivieron con Alejo Carpentier, Julián Orbón, Cintio Vitier, Fina García Marruz, Lezama Lima, Ángel Gaztelu y cuantos colaboraban en la revista Orígenes. La pareja mantuvo una profunda amistad con el poeta español de la Generación del 27 Emilio Prados, con el cubano Eliseo Diego y con el colombiano Álvaro Mutis, así como con García Márquez, quien les dedicó Cien años de soledad, y de los cuales dice: María Luisa Elío, con sus vértigos clarividentes, y Jomí García Ascot, su esposo, paralizado por su estupor poético, escuchaban mis relatos improvisados como señales cifradas de la Divina Providencia. Así que nunca tuve dudas, desde sus primeras visitas, para dedicarles el libro. Fue a mediados de 1965 cuando García Márquez empezó a hablar con sus amigos sobre la obra a la que venía dando vueltas en la cabeza desde hacía casi 20 años y que lo consagraría como el máximo escritor hispano del siglo XX. Cuenta el autor colombiano Dasso Saldívar en García Márquez. El viaje a la semilla, la biografía: Entre los oyentes del aedo de Aracataca había uno insaciable, la española María Luisa Elío, quien logró que aquel le contara durante tres o cuatro horas la novela completa. Cuando el escritor le refirió la historia del cura que levita, su oyente salió del encantamiento y le lanzó la primera pregunta de incredulidad: -Pero, ¿levita de verdad, Gabriel? Entonces él le dio una explicación todavía más fantástica: -Ten en cuenta que no estaba tomando té, sino chocolate a la española. Al ver a su oyente subyugada, le preguntó si le gustaba la novela, y María Luisa simplemente le contestó: -Si escribes eso, será una locura, una maravillosa locura. -Pues es tuya- le dijo él. El 17 de julio de 2009 se congeló "aquella fotografía en blanco y negro de una niña delgada con su vestidito de piqué y el peinado intacto junto a su papá, al lado de sus hermanas Cecilia y Carmenchu, bajo la leve sonrisa de mamá. Tiempo de llorar: ha muerto María Luisa Elío Bernal", concluye Mateo Gambarte.

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