Paquita de Ronda, tras ser una bailaora de cierto éxito en España fue la mejor opción escogida por los realizadores exiliados españoles para representar la esencia de lo español de la mano del folklore y el flamenco. Así José Díaz Morales contó con ella para Una gitana en México (1944) y Una gitana en Jalisco (1946) o Francisco Elías para Sierra Morena (1944), para continuar con La fuerza de la sangre (1946), y La herencia de la Llorona (1946), de Mauricio Magdaleno, o Me persigue una mujer (1946) de Fernando Soler. Fue pareja en la pantalla de Ángel Garasa en diversas ocasiones. En Una gitana en México interpretaban a padre e hija gitanos que se buscan la vida de forma pícara y burlona entre cante y baile y En La fuerza de la sangre (1946) de Mauricio Magdaleno, con Francisco Ledesma interpretaban a unos refugiados españoles enfrentados al campesinado autóctono hasta que las buenas intenciones de unos y otros hacían que convivieran en paz. El rechazo inicial de los refugiados es sustituido por la fuerza del amor como final feliz tras mostrarnos los conflictos entre españoles y mexicanos pasó a bailar para el cine. Interpretó a la perfección el choque cultural y la nostalgia hispana de los años cuarenta.